martes, 2 de noviembre de 2010

Llegada a Toronto

Tras un vuelo largo pero cómodo sobrevolamos ya Toronto por la noche, increíble, enorme, lleno de luz, destacando la gran torre CN. Jamás había visto cosa igual, sólo recordaba las películas americanas en las que aparecían grandes ciudades llenas de rascacielos. Tras el viaje en avión, ya nos vamos conociendo, 26 chicos y chicas, y nuestro monitor, Javier, que sería uno más.
Los 26 (y el monitor Javier) en Toronto.
Tras reunirnos todos en la salida del aeropuerto, darnos la información para poder llegar a la escuela al día siguiente y recibir el teléfono del monitor por si teníamos algún problema,  nos llevaron en taxis a la casa de nuestras respectivas familias, de las que ya teníamos alguna información.  
Desde este día viviría durante 22 días en el 347 de Nairn Avenue, una casa muy sencilla y de un aspecto muy americano. La familia estaba compuesta por una madres y una hija, de 12 años. Eran muy amables y me ofrecieron una acogedora habitación con mi propia cama, escritorio y televisión. Además, me permitían comer cuando quisiese, usar el baño cuando quisiese  y me entregaron una llave para que viniese cuando quisiese, aunque debía llamar por teléfono cuando iba a llegar tarde. 
Cada vez estaba más cómodo.

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