martes, 16 de noviembre de 2010

Por qué este viaje?

Toda esta historia de mi viaje empieza unos tres meses antes de realizarlo. A mi me encanta viajar y hasta entonces no lo había hecho muchas veces, quería viajar ya. Un día en clase, la profesora de inglés nos aportó información sobre unas becas que daba la Xunta de Galicia para un curso de inmersión lingüística. Nos dijo que era una oportunidad que no volveríamos a tener. Había varios destinos, pero para los alumnos de 2º de Bachillerato solo uno, Canadá. Y yo realizaba este curso entonces.
Al conocer esto dudé. No sabía si estaba preparado para salir de casa a un lugar tan lejano cuando nunca me había separado de mi familia, nunca. Viviría con una familia que no conocía, cruzaría el gran charco, iría en avión por primera vez, iría con unos monitores y más compañeros, todos desconocidos. Sin embargo, yo quería ir, tenía que ir
Se lo comenté a mi madre y ella también quería que yo fuese, que hiciese ese viaje. Probablemente nunca volvería a tener tal oportunidad. Gracias a la ayuda de la Xunta este viaje costaría unos 300 euros, mucho menos de lo que en realidad cuesta. La familia con la que viviría me daría una habitación y comida, luego tendría que ir tres horas por la mañana a clases de ingles y por la tarde viajes y visitas a distintos lugares de Toronto. Además, cada fin de semana realizaríamos un viaje fuera de la ciudad, a Wonderland, un gran parque de atracciones, a otros pueblos y a las Cataratas del Niagara.
Todo esto me encantaba, quería ir a estos lugares ya, era la mejor oportunidad para una experiencia enriquecedora. Y sin pensarlo más me apunté a las listas de solicitantes teniendo que hacer varios tramites y esperé hasta que salieron las listas definitivas de la gente que iría a Canada desde el 31 de julio al 23 de agosto. Allí aparecía mi nombre, a un mes del viaje. Estuve nervioso durante todo el mes, de una manera ascendente, cada vez más. Me preparé siguiendo las instrucciones de una lista que nos dieron con lo que necesitaríamos durante la estancia. Además, cambié euros a unos curiosos dólares canadienses. 
El día 30 fue el peor, sin dormir a penas, lleno de nervios. El 31 me levanté a las 6 de la mañana. Tenía que ir a Vigo, a reunirme con los monitores de la empresa Red Leaf y con mis compañeros de mi misma edad que también estaban nerviosos, aunque no todos. Desde aquí, tras despedirnos de nuestra familia, cogimos un autobús hasta Oporto, desde donde subiríamos a un avión que nos llevaría a Toronto. 
Siete horas sobre el océano Atlántico!!

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